El Oporto se proclamó este miércoles supercampeón de Portugal tras ganar al Benfica pero la verdad es que el adejtivo de ‘súper’ le queda muy grande. Es triste ver como el Oporto-Benfica, gran escaparate de fichajes para los grandes de Europa, da sensación de haberse quedado sin joyas. En el último atraco de verano, PSG, United y City se llevaron como grandes diamantes a Danilo, Telles y Ruben Dias, respectivamente, todos hombres defensivos, una muestra de cómo se ha rebajado el nivel del gran clásico portugués.
Aun así, ninguno de los dos ha perdido su esencia. El Benfica sigue apostando por un juego vistoso y alegre, mientras que el Oporto se declina más por lo táctico, la rocosidad y la llegada al área más por empuje que por calidad. No es de extrañar por tanto que en un despite defensivo del Benfica, más blando atrás, Vlachidimos terminara derribando a Taremi en el área. El árbitro, tras confirmar con el VAR que no había fuera de juego previo, señaló el penalti y Oliveira se encargó de anotar el primer tanto de su equipo.
El Benfica reaccionó al gol y tomó la inciativa del juego pero se topó con un Pepe recién recuperado de su lesión que estuvo inmeso. El exmadridista, con una máscara protectora, parecía en el Oporto lo que Iron Man para el planeta Tierra en los cómics de Los Vengadores: su mejor defensor, el mayor de sus superhéroes.
Una vez aguantado el asedio, en la segunda parte fue el Oporto el que tuvo las ocasiones más claras pero entonces la figura que sobresalió fue la de Otamendi. Si el argentino y Pepe fueron los mejores del duelo, dos centrales que ya están de vuelta, poco más se puede decir de la mediocridad actual de ambos equipos.
Grimaldo estuvo a punto de llevar el partido a los penaltis (no había prorroga) pero su lanzamiento de falta en descuento dio en la cruceta. Un minuto después, Luis Díaz sentenciaba el partido con un remate cruzado con la derecha dentro del área.