EI himno de la Champions League es una composición de Tony Britten en la que ‘modifica’ una pieza de Händel llamada Zadok El Sacerdote. Cuando Rodrygo Goes lo escucha se transforma en otro futbolista. Es como si pasara de Bruce Banner a Hulk.
Su 3-2 al Inter permite al Madrid ir a Milán sin estar casi chamuscado y admite otra lectura: Zidane tiene un joven que resurge. «A Rodrygo le hemos venido viendo poco atrevido, casi poco convencido, le va a venir muy bien a nivel moral este gol», analizaba Álvaro Benito en La Casa del Fútbol. Más que un gol, un derechazo venido del futuro pero duro como un martillazo, directo y embadurnado en cloroformo para el Inter. La Champions como lugar paradisíaco para un garoto. A sus apenas 19 años ha participado desde que llegó al Madrid en ocho partidos europeos (cinco de titular) en los que fue autor o partícipe de ocho goles. Marcó cinco y asistió en los otros tres. En otras palabras, Rodrygo aparece en un gol del Madrid en la Champions cada 44 minutos que está sobre el terreno de juego…
Es la otra cara de la moneda en cuanto a jóvenes virtuosos brasileños del Madrid se refiere. Su compañero y amigo Vinicius juega con lentejuelas en pleno carnaval futbolístico y Rodrygo lo hace con bata de cirujano, casi quirúrgicamente. Dos estilos tan antagónicos como complementarios. Pero para qué tener cromos repetidos, pensará Zidane.
Otro brillo en los ojos
A Rodrygo el gol le hace refulgir este gol porque sólo llevaba uno en 2020, contra la Real Sociedad en Copa en día de infausto recuerdo, además. Durante el confinamiento y los meses posteriores terminó de ganar musculatura. Como publicó AS, casi cuatro kilos de músculo. Un físico poderoso que luce mejor en las noches en la máxima competición continental. «La Champions es especial…», admitía ayer el propio Rodrygo tras el partido, con un brillo en los ojos. Tiene un idilio con Europa. El Rayo resurge.