Hace un año, Nápoles acogía con ilusión la llegada de Fernando Llorente, que con sus 34 años era el refuerzo de calidad y experiencia que siempre le faltó a la delantera azzurra. Sus comienzos confirmaron las buenas sensaciones. En sus primeros tres partidos con los sureños, firmó una asistencia (contra la Sampdoria), un gol en el histórico triunfo con el Liverpool, y un doblete ante el Lecce. La profunda crisis de resultados que llevó al despido de Ancelotti, le pasó factura como a todos sus compañeros, pero el español seguía teniendo protagonismo en la Serie A y en la Champions. La llegada de Gattuso lo cambió todo. Con ‘Ringhio’, el punta se vio cada vez menos, hasta desaparecer: el último partido en el que pisó el verde fue en la victoria contra la Juventus (2-1) del 26 de enero. Llorente se encuentra físicamente muy bien, pero el entrenador le dejó claro que no cuenta con él y le pidió que se buscara equipo. Tras el amistoso jugado en septiembre con el Pescara, el técnico explicó que dejó fuera al ex del Tottenham porque «no era correcto llevarlo al banquillo para que jugara solo los últimos minutos». En las primeras dos jornadas de esta liga ni le incluyó en la lista de los futbolistas utilizables.
Al jugador le queda un año de contrato, le llegaron varias ofertas del Calcio (Spezia, Benevento) y para él también podría moverse algún grande en los últimos días de mercado (se habló de Juventus e Inter). De momento, ninguna propuesta le convenció (las que le podrían interesar, todavía no se concretaron) y el riojano no descarta quedarse bajo el Vesubio también en este curso. Hacerle cambiar de opinión a Gattuso sería la enésima hazaña de su gran carrera.