Fiesta del fútbol sobre el verde y de la vergüenza en los alrededores de Anfield. Cientos, si no miles, de aficionados del Liverpool se volvieron a reunir, una vez más, para celebrar una Premier League que llevaban 30 años esperando. Un título que queda deslucido por el irresponsable comportamiento de sus seguidores, que se olvidaron de la pandemia y de las más de 45.000 muertes que se ha cobrado hasta la fecha en el Reino Unido y lo sepultaron todo con una inmensa traca de fuegos artificiales. La pregunta es inevitable: ¿Cuántas vidas vale un triunfo deportivo? Y, además, en caso de que sea necesario otro confinamiento, ¿cómo justificar de nuevo el regreso del fútbol si no se puede garantizar el civismo de todos sus seguidores?
El argumento de la buena voluntad de los clubes se cayó además por su propio peso al permitir la Premier que se uniesen 200 familiares y amigos de los jugadores a la celebración del título, que se entregó tras un partido trepidante en una lluvia de goles por parte de ambos conjuntos. Sobre el terreno de juego, el Liverpool volvió a ser el Liverpool y eso provocó que el Chelsea, que venía en una muy buena racha de juego y resultados, se tenga que jugar la clasificación para la Champions en una última jornada de infarto en la que los blues se enfrentarán con el Wolves, sexto, y Leicester y Manchester United se jugarán la vida a un solo partido tras el empate de los red devils contra el West Ham.
Abriría la lata Keita con un disparo de esos que hacen dudar si es más golazo o fallo del portero. En cualquier caso, Kepa, que está en el disparadero para la prensa británica, no hizo precisamente méritos para continuar en Stamford Bridge. El español se quedó mirando cómo el disparo de falta de Alexander-Arnold se colaba, delicadamente, con un disparo de libre directo desde la frontal, y, en el caso del tercero, el de Wijnaldum, fue más demérito de la defensa, que no acertó a despejar que error suyo.
Intentaría reaccionar el Chelsea al aluvión de la primera mitad por medio primero de un gol que fue anulado a Mount por fuera de juego y luego ya, justo al borde del descanso, con un tanto de Giroud aprovechando un despeje extraño tras una buena mano de Alisson a disparo de Willian. Lo más sonado del partido, sin embargo, eran los cánticos que llegaban de la afición desde las afueras del estadio y los helicópteros de la policía que lo sobrevolaban.
En la segunda mitad, Firmino rompería su mala racha y marcaría su primer gol en Anfield en Premier de la temporada, una estadística sorprendente teniendo en cuenta que no han perdido en casa en todo el año. Abraham y Pulisic recortarían distancias para intentar arañar un punto en el feudo de los campeones, pero Oxlade-Chamberlain, que sacó músculo tras marcar el quinto, arruinó las esperanzas de los blues y les condenó a tener todas las opciones abiertas de cara a la última jornada.