La década 2010-2020 ha sido convulsa para el Valencia. Si bien ha logrado éxitos como clasificar a Champions de manera consecutiva o ganar una Copa del Rey, también ha coqueteado con el descenso en varias ocasiones, siendo esta misma temporada la ocasión en la que más cerca ha estado de perecer a la Segunda. Con todo, el equipo che siempre se ha mantenido en primera si hablamos de la última década, no obstante se ha convertido en un experto en mandar al ‘pozo’ a otros equipos que pugnan por la permanencia.
Tenerife, Deportivo de la Coruña o Almería han sufrido en sus carnes los efectos de la guadaña valencianista, una guadaña que se cobró la ‘vida’ en primera del Éibar hace poco menos de una semana. Los valencianistas que llevan tres jornadas sin jugarse nada no tuvieron reparo en sentenciar a los del norte de la península (4-1) y el próximo sábado vuelven a tener en sus manos la supervivencia de un Huesca… que no tiene buen recuerdo de los che.
Porque hace tan solo dos temporadas los de Marcelino por aquel entonces le endosaron un 2-6 a los oscenses cuando estos se jugaban la permanencia. La dura derrota le costó la categoría a los altoaragoneses, aunque si estos hubieran ganado tampoco se hubieran garantizado seguir en LaLiga ya que dependían de otros resultados.
El sábado las tornas cambian por completo y, sobre el papel, de manera favorable al Huesca que es más optimista que en 2019. Porque si en aquel año el Valencia se jugaba entrar en Liga de Campeones y los azulgranas dependían de terceros, este curso simplemente con que el Huesca gane a un Valencia que no se juega absolutamente nada, tendrá asegurada la permanencia. El Alcoraz dictará sentencia, pero el Valencia ya ha dejado por el camino recientemente al Valladolid y al Éibar, la guadaña está afilada.