En otros lugares. El Espanyol se mantiene en la ola a la que ascendió ante el Real Madrid. Mantuvo los mismos valores anoche ante el Cádiz, los de la seguridad defensiva, la solidaridad, el brillo de Darder y el acierto de Raúl de Tomás, abrelatas una jornada más, futbolista diferencial que está entendiendo con la buena mano de Vicente Moreno cómo potenciar al Espanyol con su juego anárquico, cada vez eso sí más coral, sumado a la causa perica como cualquier jornalero. El equipo blanquiazul asciende en la tabla y sigue desprendiendo un aroma acorde a su presupuesto. Está para otras cosas que no sea la mera salvación.
Las novedades. El RCDE Stadium volvió a botar en plenitud, entregado a un equipo ganador, que alterna momentos brillantes con otros más deslucidos, igual de efectivos independientemente del traje que se ponga. El técnico introdujo dos novedades de inicio. David López regresaba como mediocentro y fue de menos a más. Impreciso en los pases, acabó cargado de confianza acompañado por Morlanes. Loren, la otra cara nueva, siguió sin dar señales de vida, incluso estuvo negado con el 1-0 al estrellarse su remate a bocajarro al larguero, antesala del tanto de RdT.
Dos niveles. Espoleados por el gol, en el segundo tiempo desde la grada la diferencia entre Cádiz y Espanyol era evidente. Ambos equipos deben pelear por objetivos distintos. Sin capacidad para poner en problemas a Diego López, el Cádiz se agazapó cerca de su área, donde tejió una telaraña amarilla. Pedrosa, Darder y RdT fueron el mejor remedio, pero el Espanyol encontró el gol y el peligro en otras acciones. El balón parado de Pendín y los tiros desde fuera del área son también herramientas que, de nuevo, utilizó el Espanyol para ganar otro partido. Nico Melamed ya golea en Primera y Rubén Sánchez, de la cantera, se estrena. Dos noticias que refuerza a un club que debería mirarse en el espejo de la Real Sociedad.
Ambiente idílico. Antes de que todo eso ocurriera, cuando caía la noche en Cornellà, los aficionados de Cádiz y Espanyol se mezclaban por los alrededores. Colores amarillos invadían algunos bares del Splau, cuya banda sonora eran los cánticos de ánimo a un club con historia en Primera que regresaba años después al RCDE Stadium. Como muestra, una charla espontánea entre dos aficionados. «Yo me he venido desde Cádiz, por mi Cádiz lo haga falta», le decía con gracejo un joven aficionado a uno perico, más entrado en años, a quien tampoco le faltó arrojo: «Yo trabajo toda la noche, pero me he venido aquí y luego ya iré». Una conversación que refleja la normalidad de las aficiones en los estadios. Por fin. Una normalidad a la que también se habitúa un Espanyol que asciende en la clasificación.