Estar en el momento justo, a la hora indicada en el sitio que toca. Si alguien sabe de ser oportuno es Roberto Di Matteo. El italiano pasó de ser anónimo para el gran público a ganar en la misma temporada la FA Cup y la Champions League con el Chelsea, haciendo realidad así el gran sueño de Abramovich. El ruso, a buen seguro, nunca se imaginó al de Schaffhausen como el míster que llevaría hasta allí. ¿Cómo fue su camino hasta Múnich?
Leyenda blue
Roberto Di Matteo nació en 1970 en Schaffhausen, una ciudad al norte de Suiza que da nombre al cantón al que pertenece. Aunque nacido en el país helvético, sus padres eran italianos lo que le permitió ser internacional con los transalpinos. Después de un inicio exitoso en Suiza (fue campeón con el Aarau), en el 93, la Lazio se lo llevó a la Serie A y a las órdenes de Dino Zoff lució lo suficiente para ser internacional. Centrocampista de ida y vuelta y con buen disparo, también estuvo a las órdenes de Zeman en Roma.
Su mejor nivel, eso si, llegó en Londres. El Chelsea le fichó a cambio de 5,5 millones de euros de la época y allí completó su palmarés con una Recopa (97/98), una Supercopa de Europa (98/99), dos FA Cup (1997 y 2000), una Copa de la Liga (1998) y una Community Shield (2000). 159 partidos con el 16 azul a la espalda y 22 tantos, varios de ellos grabados a fuego en la memoria blue y bastante parecidos: tres cañonazos desde fuera del área para darle la FA Cup ante el Middlesbrough y dos derbis contra Arsenal y Tottenham. Otro gol suyo al Boro sirvió para ganar la Copa de la Liga y también marcó el gol de la victoria en la final de la FA Cup del 2000 ante el Aston Villa. Una leyenda que solo iría en aumento en el banquillo después de que las lesiones le obligaran a retirarse en 2002 cuando apenas tenía 31 años.
Llegar y besar la Champions
Era marzo de 2012 y Roberto Di Matteo, que era segundo de Andre Villas-Boas, se hacía cargo de un Chelsea que era quinto pero acababa de perder contra el West Bromwich. Su exequipo, antes entrenó al MKDons, le abría las puertas de la élite.
Un mes después, solo había perdido un partido (ante el City 2-1) y acababa de meter al conjunto blue en semifinales de la Champions y de la FA Cup. A mediados de abril, la alegría era casi plena con una goleada al Tottenham por 1-5 para meterse en la final de la FA Cup y una victoria ante el Barcelona en casa. El 24 de abril, Di Matteo sacó un empate en el Camp Nou (aquella cabalgada de Torres) que le daba un vuelo internacional a la final de la Champions.
El 5 de mayo se impuso al Liverpool en Wembley (2-1, Ramires y Drogba) y antes de la final dejó al equipo clasificado para Europa. Por lo que pudiera pasar. Ahora, esperaba Múnich y el Bayern. Esa noche, Drogba fue el gran protagonista. El marfileño igualó en el 88 el gol que Müller había metido cinco minutos antes pero estuvo a punto de tirar todo por la borda cuando derribó a Ribéry dentro del área en el 93. Cech le paró en penalti a Robben, no siempre afortunado en las finales. El checo forzó la prórroga y se hizo enorme en la tanda parando sendos lanzamientos a Olic y Schweinsteiger. Drogba sentenció anotando el definitivo 4-5. En 21 partidos como primer entrenador y en régimen de interino, Roberto Di Matteo era campeón de Europa.
El día después
Si fuera una película de Hollywood acabaría ahí y el final sería perfecto pero la historia continúa. Al Chelsea no le quedó más remedio que ofercerle un contrato pero el efecto Di Matteo no duró. El italiano perdió en las dos Supercopas (ante City 2-3 y ante el Atlético 1-4) en verano y una derrota en Turín en la fase de grupos de la Champions que le dejaba al borde de la eliminación acabó con su primer gran contrato en la élite 21 partidos después. Curiosamente, la misma cifra que necesitó para ganar la Champions. Rafa Benítez apareció al rescate y acabó dando un título europeo más el Chelsea, la Europa League.
En 2014, el Schalke confió en él pero no duró demasiado (de octubre a mayo de 2015) y le invitaron a marcharse al no entrar en la Champions. Tras un breve parón, en 2016, su aventura en Villa Park fue aún mas corta. Cuatro meses y 12 partidos después (una victoria, cuatro derrotas y siete empates) echó el freno a su carrera.
Un reinicio
«Paré para quedarme en casa con mi familia después de pasar muchos años fuera. Ha habido contactos (con otros equipos) pero quería parar. Ahora estoy listo para empezar de nuevo». Así de claro se explicaba el italiano en la Gazzetta dello Sport el pasado 17 de junio el italiano. Roberto, campeón de Europa, estuvo parado desde que dejó Birmingham y ahora, atiende a llamadas en busca de nuevas oportunidades. Según explicó en este diario italiano, Estados Unidos le atrae. ¿Será capaz de ganar también en el fútbol norteamericano? Todo será que le den la oportunidad. Que le pregunten a Abramovich.